Mike Madrid pasó 30 años como consultor especializado en tendencias y comportamientos de voto latino para el Partido Republicano. Luego, en diciembre de 2019, cofundó el Proyecto Lincoln, en oposición a Donald Trump, para posteriormente asesorar a candidatos demócratas.
Su capacidad para moverse entre mundos diferentes comenzó en su juventud, en la ciudad de Moorpark en el condado de Ventura, la única ciudad de California que vio en ese entonces una disminución de la población latina.
Nieto de inmigrantes de México, Madrid creció aprendiendo a desenvolverse cómodamente tanto dentro de la comunidad mexicana de clase media baja de la que provenía como de la de sus vecinos blancos más ricos.
Su nuevo libro, The Latino Century: How America’s Largest Minority Is Transforming Democracy, es una mezcla de autobiografía y tratado político, en donde describe cómo ambos partidos no han logrado conectar con los latinos y por qué. En sus propias palabras, la batalla por el futuro de nuestro país dependerá de qué partido sea finalmente capaz de hablar y escuchar a esta creciente fuerza electoral.
Madrid ofrece en su obra consejos a la vicepresidenta Kamala Harris, quien, según él, necesita enfocarse con la precisión de un láser en la crisis del costo de vida y, en particular, en la asequibilidad de la vivienda si quiere ganarse a los votantes latinos.
Esta entrevista ha sido editada con fines de claridad y brevedad.
Capital & Main: En la introducción de su libro escribe que “los latinos son la solución” para la mayoría de los problemas del cuerpo político estadounidense. ¿Puede decirnos un poco más sobre lo que quiere decir con ello?
Mike Madrid: Estamos en un momento peculiar en el tiempo para Estados Unidos en el cual pasa de ser una nación de mayoría blanca a un país de mayoría no blanca. La población más joven, especialmente la menor de 30 años, es mucho, mucho más diversa. Los mayores de 65 años son abrumadoramente blancos.
Esos grupos de edad tienen algo más en común: los menores de 30 años, que son en su mayoría latinos, tienen algunas de las [visiones] más optimistas y los niveles más altos de confianza en las instituciones sociales. Es precisamente la erosión y el colapso de esa confianza lo que está causando gran parte de la tensión social, el caos político y el auge del extremismo.
La mayoría de las personas mayores de 65 años tienen las opiniones más negativas del país de cualquier generación jamás encuestada. Los blancos sienten que están en una batalla existencial para destruir el país, mientras que lo que está surgiendo es una nación más nueva, más joven, más pobre y más morena, pero que tiene mucha más fe y confianza en nuestro sistema y esperanza en lo que es el país.
¿A qué se debe esto?
Ser optimista es a menudo parte de ser joven. La vida aún no te ha golpeado lo suficiente. También es algo que viene con ser inmigrante. La premisa de mi libro es que se está produciendo un crecimiento explosivo en la tercera generación y más allá, pero un segmento relativamente grande de nuestra población todavía está formado por ciudadanos naturalizados que llegaron recientemente. Y los inmigrantes son mucho más optimistas. Se han desarraigado para llegar aquí con la creencia ciega de que este nuevo lugar será mejor que el de donde vinieron. Esos son dos indicadores muy fuertes de optimismo y no es nuevo. Lo que es nuevo es que este grupo es abrumadoramente latino.
La historia que suelo escuchar es que los latinos están pasando de ser demócratas a ser republicanos, lo que imagino como un votante que cambia su orientación política. Pero usted escribe sobre un fenómeno diferente; el surgimiento de un electorado completamente nuevo.
Mucha gente está escribiendo sobre este realineamiento racial al ver que los votantes no blancos se vuelven más republicanos y automáticamente argumentan que estos votantes no blancos están virando hacia la derecha, pero no es cierto. Lo que está sucediendo es que está surgiendo un nuevo bloque que desafía nuestra comprensión tradicional de los votantes minoritarios.
El rápido crecimiento de esta generación más joven se debe a votantes de tercera y ahora cuarta generación. No tienen una perspectiva racial o étnica tan fuerte ni un anclaje tan fuerte como el de sus abuelos o sus padres. De hecho, en su gran mayoría, no se consideran diferentes de la cultura dominante. El Pew Research Center ha estudiado esto bastante.
Lo que tenemos es un Partido Demócrata que construyó toda su estrategia desde la era de Obama basándose en este modelo de “la demografía es el destino”. Busca indicadores étnicos para llevar a un votante no blanco a sus filas y la inmigración se convirtió en el lugar natural al que acuden. Ahora bien, esto siempre fue un error, pero fue una estrategia muy concertada que comenzó después del ciclo electoral de 2012. A partir de ahí, han sido testigos de la disminución del apoyo latino a su partido.
¿Está diciendo que el enfoque en inmigración como un tema para atraer a los latinos a las urnas no ha rendido frutos?
Correcto. Hay mucho debate sobre si realmente ha servido pues, dicho sea de paso, los latinos tenemos las tasas de participación electoral más bajas de los cuatro grupos étnicos raciales más grandes del país, a pesar de que somos el segmento poblacional de más rápido crecimiento. Cuantitativamente, sabemos por las encuestas y las investigaciones de opinión pública que el tema migratorio no es un problema central para nosotros. Y sin embargo, esa es la abrumadora narrativa político-racial para los latinos.
Eso ha jugado en contra de los demócratas porque sabemos que ni siquiera está en la lista de los principales cinco problemas, pero los demócratas lo han priorizado a medida que el votante latino de tercera generación crece exponencialmente. El votante latino de los próximos 30 años va a ser completamente diferente del latino de los últimos 30 años. Esa es la premisa del libro. Así que, si priorizar la inmigración fue antes un error, ahora será un error realmente grande.
He oído decir que algunos latinos han perdido la fe en el Partido Demócrata debido a su fracaso en aprobar la reforma migratoria.
La inmigración es un tema importante y yo diría que es más importante para los latinos que para otros grupos porque estamos más cerca de la experiencia migrante. Pero nunca ha sido un tema para motivar al voto. No va a hacer que la gente se levante del sofá y vaya a las urnas. Y, de hecho, la excesiva dependencia del Partido Demócrata en este tema ha reforzado la falta de empatía del electorado latino con el mismo. Es una opinión peculiar pensar que a los votantes latinos les afecta el fracaso de los demócratas en lograr una reforma migratoria integral. Eso no aparece en ninguna parte de las encuestas; si acaso en el 10% de los votantes latinos con mayor inclinación partidista.
¿Hay algo particular en Trump que atraiga un mayor apoyo latino?
Permítame responder a su pregunta de esta manera. Ron DeSantis en Florida, Greg Abbott en Texas o Doug Ducey cuando era gobernador de Arizona… Todos esos republicanos tienen algo en común dentro de los distritos electorales clave del país en los que influían: igualaron o superaron a Donald Trump en niveles de apoyo entre los hispanos.
Los republicanos de todo el país están teniendo mejores resultados que Trump. Trump está literalmente limitando lo que podría ser un mayor crecimiento para los republicanos. Si bien los latinos pueden votar por él, no les gusta el caos y no les gusta el racismo, pero también quieren trabajar en las industrias en las que trabajan y ven esas industrias como su camino al ascenso económico. Uno vota por quien cree que es parte de su tribu; por quien vaya a luchar por uno. Y la gente de clase trabajadora identifica cada vez más a los republicanos como su tribu.
Entonces, si asesoraras a Kamala Harris, ¿qué le aconsejarías hacer? ¿Qué muestran las encuestas sobre los temas que más preocupan a los latinos?
Tienes que crear una agenda aspiracional, multiétnica y de clase trabajadora.
Durante tres décadas, las encuestas han mostrado que los principales problemas para los latinos son la economía y los empleos. Más recientemente, la mayoría de las investigaciones muestran que hay un problema de poder adquisitivo. Demográficamente, los latinos estamos en el extremo inferior de la escalera económica, por lo que cosas como la triplicación de las tasas de interés realmente nos perjudican.
Como trabajadores, uno de cada cinco hombres hispanos está empleado en la industria de la construcción residencial o en un campo relacionado. Esa es una cifra enorme. Así que cuando las tasas de interés se triplican, esa economía se ve golpeada. Eso significa que el 20% de los hogares latinos sufren un gran golpe. Si a eso le sumamos la inflación, la clase trabajadora está sufriendo más. La clase trabajadora se ha estado alejando del Partido Demócrata durante una década. Al mismo tiempo que los demócratas comenzaron a inclinarse por la inmigración, estaban perdiendo votantes de la clase trabajadora y redoblando la apuesta por un marco étnico para retener a la base de la clase trabajadora cuando su base de clase trabajadora no ve su mundo a través de ese marco.
Si yo fuera Kamala Harris, presentaría un Plan Marshall para la vivienda. No es que la construcción de vivienda sea central para la vida de los latinos, sino porque la mayoría tenemos 30 años o menos, y es la edad de comprar vivienda y de formar familias. No se puede hacer eso cuando la asequibilidad de la vivienda está tan fuera de control, tu dólar no llega muy lejos y estás pagando alquileres enormes porque no estamos poniendo suficiente oferta en línea.
Hay tantos problemas relacionados con la vivienda, la propiedad y la construcción que la única manera de que los latinos vuelvan a un lugar donde puedan generar riqueza generacional es a través de la vivienda. Lo es todo.