En estos días, lo primero que usted nota al entrar a casa de Yuri De Luna es un colchón inflable color azul, recostado en una pared de la entrada. Es para su hijo de 11 años, Eloyd.
"Le tiene miedo a las ventanas. Su cama es alta, así que no duerme en su cuarto", dice Yuri, citando los miedos recientes que su hijo ha expresado sobre un tirador atacándolo mientras duerme.
Algunos días, Eloyd incluso cubre las ventanas de la casa con mantas. "No sé cómo una manta lo protegería de una bala", cuenta Yuri, dejando escapar una risa mezclada con un poco de tristeza. "Pero, saben, lo que sea que lo haga sentir cómodo".
Yuri cuenta que esas son algunas maneras en las que su hijo ha cambiado desde el tiroteo masivo en la escuela primaria Robb, en Uvalde, Texas, donde un tirador mató a 19 estudiantes y dos maestras en mayo. Eloyd no asistía a Robb el año pasado, pero estudió en la escuela unos años antes.
Ahora, las clases en persona comienzan esta semana por primera vez desde el tiroteo, pero hace un tiempo Yuri escogió un método de educación en casa para Eloyd y su hermano mayor de 12 años, Emmanuel – el cual usarán al menos por un tiempo. Y no está sola en su decisión.
Deyanira Salazar, una residente de Uvalde que solía ser maestra y ahora es tutora, dice que aunque ha visto a sus estudiantes mostrar una mejoría emocional después del primer shock del tiroteo, no está segura de qué puede realmente preparar a una persona para este nuevo año escolar. "Lo escucho de los padres, lo escucho de los estudiantes y lo escucho de los maestros, que no están listos", comenta.
Cómo educar a los niños de Uvalde después de un tiroteo masivo
En una reunión reciente de la comunidad, liderada por un grupo llamado "Uvalde Fuerte por la Seguridad de las Armas de Fuego" ("Uvalde Strong for Gun Safety"), se escuchan conversaciones apasionadas sobre cómo hacer que el distrito escolar tome responsabilidad por la seguridad de las escuelas; si enviar o no a los niños de vuelta a los salones de clase; y cómo lograr legislación para el control de las armas.
Uno de los organizadores, Roy Guerrero-Jaramillo, quien también es pediatra de la ciudad, le comparte un consejo concreto a los padres: "Si no sienten que su hijo estará a salvo yendo a las escuelas en otoño, no los lleven".
Tina Quintanilla-Taylor, una madre y organizadora de la reunión, asiente al escuchar esas palabras. También cuenta que un conocido pudo escalar la nueva valla de 8 pies que el distrito escolar instaló en una de las escuelas públicas, e insiste que el distrito no ha hecho lo suficiente para darle confianza enviando a sus hijos de vuelta a clase en persona.
Muchas personas que hablaron con NPR en Uvalde están de acuerdo con esas vallas que están siendo instaladas alrededor de las escuelas públicas, al igual que los cientos de cámaras de seguridad, las cerraduras actualizadas, y otras medidas de seguridad que el distrito está implementando. Pero Tina quiere más: "Para que mis hijos se sientan seguros y que nuestras voces sean escuchadas, siento justo decir que necesitamos otra escuela, y la necesitamos ahora", dijo.
La escuela primaria Robb será demolida eventualmente y una nueva escuela será construída, pero el distrito escolar aún no ha concretado una línea de tiempo para estos planes. Mientras tanto, Tina señala que la mayoría de los impuestos de propiedad en Uvalde son dirigidos hacia el distrito escolar – en su caso, el 43% de su factura de impuestos de propiedad. "Así que me gustaría ver a dónde ha ido nuestro dinero en un largo tiempo", comenta.
Dudas sobre la educación en el hogar
Unos días después de esa reunión de la comunidad, y desde la sala de su casa, Tina mira con preocupación una pila de formularios escolares. Sabe que deberá elegir entre la mejor opción educativa para su hijo, y su seguridad.
"Está entre los grados de autismo, tiene retraso global del desarrollo, trastorno de procesamiento sensorial, y es sordo en su oído izquierdo", explica sobre su hijo Winston, de 6 años.
Algunas de las escuelas privadas que está considerando para Winston no ofrecen los servicios individualizados que necesita, por lo que ella tendría que pagarlos directamente de su bolsillo.
Mientras tanto, su decisión sobre cómo educar a su hija de 9 años, Mehle, ha sido más fácil. De hecho,a finales de agosto ya había empezado clases virtuales a través de un programa de educación en el hogar, y hace poco, al terminar un día de clase, Tina le preguntó cómo le había ido.
"Me dijo, 'me encanta. Mis compañeros son buena onda y mi maestra es muy buena onda'", cuenta Tina. "Pero extraña a sus amigos".
Mehle, quien solía estudiar en Robb, también está en duelo por algunos amigos que perdió en el tiroteo - incluyendo a Rojelio Torres. "Él iba en mi autobús y amaba Pokemon", cuenta Mehle mientras enseña un dibujo que hizo de su amigo.
"Usaba esta chaqueta todos los días en el autobús ... y usaba estos zapatos combinados con su chaqueta", dice, señalando los patrones que había dibujado en el atuendo de Rogelio. "Hice mi mejor esfuerzo".
Tina explica que no le había contado a su hija los horribles detalles sobre lo que le pasó a sus amigos en Robb el pasado 24 de mayo, pero Mehle igual entiende que muchos de sus amigos ya no volverán.
Cuando se le pregunta si quiere volver a la escuela en persona eventualmente, Mehle dice que no está segura; y sobre qué les diría a sus amigos que empiezan clases ahora, agrega: "Les diría que no vayan a las escuelas y que vayan a clase en línea, como yo, educación en casa".
Aún así, Tina tiene sus reservas sobre la educación en el hogar. Cuenta que cuando sus hijos se vieron forzados a estudiar virtualmente durante los primeros años de la pandemia del coronavirus, les costó aprender.
"Así que ya están muy atrasados, y después pasó este tiroteo, y los está retrasando aún más", dice.
Las consecuencias financieras de una decisión difícil
A unas millas de distancia, en el lado oeste de la ciudad, Yuri De Luna había enfrentado un dilema similar.
Sus hijos estudiaban en la escuela primaria Flores el pasado año escolar, donde también hubo confinamiento el día del tiroteo en Robb. Yuri cuenta que desde entonces su hijo de 11 años, Eloyd, ha permanecido perturbado, pensando en quienes fueron sus maestras de cuarto grado, Irma García y Eva Mireles – las dos maestras que fueron asesinadas en la masacre.
Yuri incluso recuerda haber llevado a sus dos hijos a una recolecta de juguetesdedicada a los niños que sobrevivieron, y en ese momento la respuesta de Eloyd fue: "No va a traer a mis maestras de vuelta".
Sin embargo, la experiencia también ha reforzado el sueño que Eloyd ha tenido por un largo tiempo: convertirse en un agente de policía.
"Él pensó, 'ahora realmente quiero ser un policía. Quiero hacer lo que ellos no hicieron'", dice Yuri.
Yuri ha renunciado a su trabajo para poder educar a sus hijos en casa, usando el mismo programa de educación en el hogar que Mehle Taylor, llamado K12.
"Siempre hemos sido una familia de doble ingreso. Fue un poco rocoso [al principio], y mi esposo decidió enviar otras aplicaciones," cuenta Yuri . "Afortunadamente, encontró un trabajo mejor pagado".
Sus hijos también han renunciado a algunas cosas mientras la familia se ajusta a la nueva situación financiera. "Mi Emmanuel vendió platos de alitas picantes para ganar dinero", explica Yuri. "La otra semana hizo nachos y sodas ... saben, para ganar dinero y comprarse juegos".
Yuri también había estado preocupada inicialmente de que Emmanuel y Eloyd perdieran los servicios individualizados que recibían en las escuelas públicas, ya que ambos tienen discapacidades del aprendizaje. Aunque, por ahora se siente apoyada por el programa K12, espera que eventualmente sus hijos puedan recibir terapia ocupacional en persona por medio del distrito escolar.
También dice que, en este momento, no hay nada que el distrito escolar pueda hacer para hacerla sentir lo suficientemente segura enviando a sus hijos de vuelta a clases en persona. Ella quiere ver acciones. Aún así, espera que Emmanuel y Eloyd eventualmente regresen a clase en un campus. "Quiero que sean sociales. Quiero que vivan todo lo que yo viví", explicó.
Sus hijos le ven el lado positivo a la educación en casa. Al terminar su segundo día de clase, mientras pasan el rato en la habitación de Emmanuel - ambos en sus computadoras - Eloyd dice que prefiere la escuela en casa por ahora porque no hay confinamientos de precaución por tiradores, como en las escuelas públicas. También está emocionado por hacer experimentos científicos este año.
Su hermano Emmanuel agrega que, "realmente me gusta porque puedes estar en tu habitación y puedes escoger lo que realmente quieres comer". O sea, la comida hecha por mamá.
Por ahora, las dos familias están tomando las clases, y sus nuevas vidas, un día a la vez. Tina y Yuri tienen deseos simples para el año escolar de sus hijos: normalidad, diversión, y seguridad.