A medida que los casos de COVID-19 vuelven a aumentar en los hogares de adultos mayores, algunos estados han empezado a exigir a los visitantes pruebas negativas antes de entrar en las instalaciones, lo que ha reavivado la frustración y la inquietud entre los familiares.
Autoridades de California, New York y Rhode Island afirman que los nuevos requisitos de pruebas de covid son necesarios para proteger a los residentes —una población altamente vulnerable— de la exposición a la variante omicron, altamente contagiosa.
Pero muchos familiares dicen que no pueden conseguir las pruebas ante la enorme demanda y la escasez de suministros, lo que les impide ver a sus seres queridos. Y quedarse fuera de las residencias les resulta insoportable, como una pesadilla que se repite sin fin.
La grave escasez de personal complica el esfuerzo por garantizar la seguridad al tiempo que las residencias se mantienen abiertas. Esta escasez también pone en peligro la atención en los centros de cuidados a largo plazo.
La madre de Andrea DuBrow, de 75 años, que tiene una forma grave de Alzheimer, vive desde hace casi cuatro años en una residencia de Danville, California. Cuando DuBrow no pudo verla durante los primeros meses de la pandemia, dijo que su madre olvidó quién era.
“Esta nueva restricción es esencialmente otro encierro”, afirmó DuBrow en una reunión sobre la nueva normativa de California. “Nos están robando el tiempo que le queda a mi madre para poder reconocer en alguna parte de su interior que soy yo, su hija, limpiándola, dándole de comer, cogiéndole la mano, cantándole sus canciones favoritas”.
“Todo esto resulta muy molesto, pero lo peor de todo es que nadie parece tener ningún plan a largo plazo para las familias y los residentes”, señaló Ozzie Rohm, cuyo padre de 94 años vive en una residencia en San Francisco.
¿Por qué se somete a los miembros de la familia a requisitos de pruebas que no se aplican al personal?, se preguntó Rohm. Si los familiares están vacunados y tienen su refuerzo, llevan buenas máscaras, permanecen en la habitación del residente y practican una rigurosa higiene de las manos, ¿suponen un riesgo mayor que los empleados que siguen estos procedimientos?
California fue el primer estado en anunciar, el 31 de diciembre, una nueva normativa para los visitantes de las residencias de adultos mayores y otros centros de atención a largo plazo. Esta entró en vigencia el 7 de enero y seguirá durante al menos 30 días. Para ver a un residente, la persona debe demostrar que ha dado negativo en la prueba rápida de covid realizada 24 horas antes o en la prueba PCR realizada 48 horas antes. Además, se requiere estar vacunado.
En un comunicado en el que se anunciaba la nueva regulación, el Departamento de Salud Pública de California citó “la mayor transmisibilidad” de la variante omicron y la necesidad de “proteger a las poblaciones especialmente vulnerables en los centros de cuidados de largo plazo”. En el tiempo de la pandemia, estos residentes han sufrido tasas de enfermedad y muerte desproporcionadamente altas.
Nueva York siguió a California con un anuncio del 7 de enero, en el que se comunicaba que los visitantes de las residencias tendrían que mostrar una prueba rápida negativa realizada un día antes. Y el 10 de enero, Rhode Island hizo pública una nueva norma que exige prueba de vacunación o un test de covid negativo.
Defensores de los pacientes temen que otros estados adopten medidas similares. “Nos preocupa que omicron se utilice como excusa para volver a cancelar las visitas”, expresó Sam Brooks, director de programas y políticas de National Consumer Voice for Quality Long-Term Care, una organización que aboga por las personas que viven en estos centros.
“No queremos volver a los dos últimos años de encierros en hogares, y de aislamiento y abandono de los residentes”, añadió.
Esa es también una prioridad para los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid (CMS), que desde el 12 de noviembre han hecho hincapié en el derecho de los residentes a recibir visitas sin restricciones, siempre que se sigan los protocolos de seguridad.
Las residencias de mayores pueden alentar, pero no exigir, que los visitantes se hagan pruebas por adelantado o presenten una prueba de vacunación contra covid, según se explica en las directrices de los CMS. Los protocolos de seguridad incluían el uso de cubrebocas, la higiene rigurosa de las manos y el mantenimiento de una distancia física adecuada con otros residentes.
Sin embargo, con el auge de omicron, los hogares han reaccionado. El 17 de diciembre, una organización que representa a los directores médicos de residencias de mayores y dos asociaciones nacionales de cuidados de largo plazo enviaron una carta a la administradora de los CMS en la que pedían más flexibilidad para “proteger la seguridad de los residentes” y “establecer restricciones temporales a las visitas”.
El 6 de enero, los CMS afirmaron el derecho de los residentes a las visitas, pero dijeron que los estados podrían “tomar medidas adicionales para que las visitas fueran más seguras”.
La agencia federal dijo en una declaración para KHN que “un estado puede requerir que las residencias de mayores realicen pruebas a los visitantes, siempre y cuando el centro proporcione las pruebas rápidas de antígenos y haya suficientes suministros para las pruebas. Sin embargo, si no hay suficientes suministros de pruebas rápidas, se debe permitir que las visitas se realicen sin el requisito del test (sin dejar de cumplir con otras prácticas, como el uso de máscaras y el distanciamiento físico)”.
El nuevo plan de la administración Biden de distribuir cuatro pruebas gratuitas por hogar puede suponer un cierto alivio a la escasez. Pero para los familiares que visitan las residencias varias veces a la semana, ese suministro no alcanzará.
Desde principios de año, ha aumentado la tensión sobre cómo mantener el equilibrio entre la seguridad y los derechos de visita de los residentes.
En la semana que terminó el 9 de enero, 57,243 empleados de residencias de mayores notificaron infecciones por covid, casi 10 veces más que tres semanas antes. Durante el mismo periodo, las infecciones de los residentes aumentaron a 32,061, casi ocho veces más que tres semanas antes.
Pero los brotes se producen hoy en un contexto diferente. Según los CMS, más del 87% de los residentes han sido vacunados en su totalidad, y el 63% también ha recibido refuerzos, lo que reduce el riesgo que supone covid.
Además, las residencias de mayores han adquirido experiencia en la gestión de brotes. Y ahora se conocen mejor los efectos que conllevan el cierre de estos centros: soledad, desesperación, abandono y deterioro físico.
“Todos hemos visto los efectos negativos de la restricción de las visitas en la salud y el bienestar de los residentes”, afirmó Joseph Gaugler, profesor que estudia estos entornos en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Minnesota. “Que las residencias vuelvan a tener una mentalidad de búnker y cierren todo no es una solución”, añadió.
En medio de la dramática escasez de personal, “necesitamos personas en estos centros que puedan cuidar de los residentes, y a menudo son visitantes que básicamente funcionan como asistentes de enfermería no remunerados: aseando y bañando a los residentes, cambiándolos de posición, alimentándolos y ayudándoles con el ejercicio”, explicó Tony Chicotel, abogado de California Advocates for Nursing Home Reform.
Casi 420,000 empleados han dejado las residencias de adultos mayores desde febrero de 2020, según la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos, lo que ha empeorado la escasez existente.
Cuando DuBrow se enteró del nuevo requisito de pruebas de California para los visitantes, se presentó para hacerse un PCR en un sitio de pruebas el 6 de enero, esperando los resultados en 48 horas. En cambio, tuvo que esperar 104 horas para recibirlo. (El test dio negativo). Ansiosa por visitar a su madre, DuBrow llamó a todos los CVS, Walgreens y Target en un radio de 25 millas de su casa para pedir una prueba, pero no consiguió nada.
En un comunicado, el Departamento de Salud Pública de California dijo que el estado había establecido 6,288 puntos de pruebas para covid y que había enviado millones de pruebas caseras a los condados y jurisdicciones locales.
En Nueva York, la gobernadora demócrata Kathy Hochul se ha comprometido a entregar casi un millón de pruebas de covid a las residencias de mayores, donde los visitantes pueden realizarlas in situ, pero eso presenta sus propios problemas.
“No queremos hacer pruebas a los visitantes que hacen fila en la puerta. No tenemos personal clínico para hacerlo, y tenemos que centrar todo nuestro personal en el cuidado de los residentes”, señaló Stephen Hanse, presidente y CEO de la Asociación de Instalaciones Sanitarias del Estado de Nueva York, una organización del sector.
“Realmente, los retos son enormes”, apuntó Gaugler, de la Universidad de Minnesota, “y ojalá hubiera respuestas fáciles”.