Desde la entrada, el salón de clases de cuarto grado de Nicole Ogburn se ve brillante y sin pretensiones.
Nuevas y coloridas mochilas JanSport cuelgan de pequeñas sillas. Los escritorios azules y blancos con superficies de borrado en seco se agrupan alrededor del aula. Una estantería verde llena de filas de libros está rodeada de sillones tipo "bean bag" y almohadones de peluche.
Este año, mientras Ogburn prepara su salón de clases, su primera prioridad no son las decoraciones que suele escoger durante el verano. En cambio, está comprando cosas para ayudar a sus estudiantes, y a ella misma, a sentirse más seguros en el salón de clases.
"Compré algo que se atora debajo de la puerta para que no puedan abrir la puerta. Compré una cortina para bajar para que no puedas ver en mi puerta si algo estaba pasando", dijo Ogburn. "Hemos pensado en más seguridad este año en vez de, '¿qué tan lindo se verá mi salón?'"
Ogburn se está preparando para su primer año como maestra en un espacio del campus recientemente remodelado, llamado Uvalde Elementary School. Durante siete años, Ogburn dio clases en Robb Elementary. La escuela cerró después del tiroteo masivo en mayo en el que murieron 19 estudiantes y dos maestras. Ogburn, su co-maestra y sus alumnos sobrevivieron y escaparon por una ventana de su salón de clases con la ayuda de la policía.
Aunque el Distrito Escolar Independiente Consolidado de Uvalde y los líderes estatales han anunciado nuevas medidas de seguridad, el distrito ha estado bajo la presión de los padres de familia y otros miembros de la comunidad para ofrecer más transparencia y demostrar su capacidad para mantener seguros a los estudiantes en la escuela.
Ogburn explicó que sentía que había habido progreso, aunque las mejoras están tomando tiempo.
"Estamos trabajando para estar seguros, y creo que estaremos bien el primer día de clases, pero no se hará al 100%", advirtió. "Pero está en proceso".
Mientras pensaba en medidas de seguridad física, también intentaba anticipar cómo sería cuando los estudiantes regresaran al salón de clases por primera vez desde el tiroteo del 24 de mayo.
"Creo que tengo miedo de cómo reaccionarán algunos de estos niños cuando lleguen aquí, y si voy a poder manejar esa parte", expuso.
Este año, agregó una característica a su salón de clases para ayudar a sus alumnos a expresar y manejar sus sentimientos. Es un cartel negro que les pide a los estudiantes que respondan una pregunta: ¿Cómo te sientes? Cada estudiante tiene su propio marcador recortado, y cada día Ogburn y su co-maestra planean animar a los estudiantes a poner su marcador junto a un sentimiento correspondiente como "listo para aprender", "confundido" o "enojado".
"Estoy pensando, está bien, ¿y si esto sucede este día y toda la clase se siente ansiosa o molesta? No hay forma de que enseñemos una lección", ejemplificó. "Tenemos que averiguar... cómo vamos a calmarlos, cómo vamos a mejorar esto"
Ogburn también está preocupada por sí misma.
Dijo que quería pasar el año "sin ser un completo desastre emocional", mientras trabaja para manejar su dolor, en particular por la muerte de sus compañeras maestras de cuarto grado, Eva Mireles e Irma Garcia.
Durante varios años en Robb, Ogburn y su co-maestra Trisha Albarado enseñaron en el salón de clases al lado de Mireles y Garcia.
"Ya ha sido difícil no tener a mis dos amigas aquí con nosotros, pero tener a mi co-maestra conmigo me ha ayudado mucho", comentó. "Porque ambas dijimos, si no regresas, yo no regresaré. Si no estamos juntas, lucharemos para estar juntas. Porque no podemos hacerlo la una sin la otra en este momento".
Desde el tiroteo, Ogburn agregó que ha recibido tratamiento por depresión, ansiedad y trastorno de estrés postraumático, al igual que otros maestros que sobrevivieron. Ella dijo que lo que escuchó y vio ese día es algo que recordará el resto de su vida.
"Todos los días, puede haber algo que desencadene una emoción que no quiero tener ese día", subrayó. "Y en este momento, cada día es un recordatorio constante, porque donde quiera que vaya, está justo en frente de mi cara".
Incluso, por poco no regresa al salón de clases. Pero pensó en sus propios hijos, así como en los estudiantes de Uvalde.
"Pensé, primero tengo que volver y mostrarles que no podemos vivir con miedo. Quiero decir, nunca se sabe cuándo va a pasar algo", añadió. "Así que pensé, tengo que tratar de no vivir con ese miedo. Tengo que seguir adelante y mostrarles a estos niños, está bien, si la Sra. Ogburn puede volver a la escuela, entonces yo también puedo".
Gaby Olivares e Yvette Benavides de Texas Public Radio tradujeron este artículo.