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Carmen Márquez

Deserción, Desagrado y un Creciente Apoyo Latino a Donald Trump

Banderas ondean fuera de un mitin de Donald Trump en el Findlay Toyota Center de Prescott Valley, Arizona, el 13 de octubre. Foto: Rebecca Noble/Getty Images.

La mayoría de los latinos en Estados Unidos aún acompaña al Partido Demócrata, pero las encuestas muestran un aumento del apoyo latino a Donald Trump. La creciente atracción hacia las ideas de extrema derecha entre los miembros de esta comunidad y su impacto en el voto latino es lo que Paola Ramos examina en el libro Desertores: El auge de la extrema derecha latina y su repercusión en Estados Unidos. La periodista mexicanocubana escribe que dicha atracción tiene raíces en un complejo tejido que entrelaza la identidad, la lealtad y la realidad política. A través de entrevistas a figuras de extrema derecha, así como a investigadores de historia, de política e incluso de psicología y de neurociencias, Ramos busca ir más allá de las generalizaciones que definen a los latinos como un monolito político.

En el corazón de Desertores… está el concepto de deserción, o sea, el acto de abandonar una lealtad asumida. El título plantea verdades incómodas sobre la lealtad política y la identidad de los latinos.

Ramos escribe que el “aumento en la cantidad de latinos que se están acercando a un enfoque de inmigración más severo, estricto y de línea dura” se debe principalmente a tres fuerzas: tribalismo, tradicionalismo y trauma político. Cada una de ellas influye en las actitudes de los latinos hacia la inmigración y hacia los gobernantes autoritarios.

Para Ramos, la “deserción” que va hacia Trump, cuyo apoyo entre los latinos ahora oscila entre el 35% y el 40%, expone una verdad más profunda e inquietante sobre la identidad, la pertenencia y la orientación política. Trump puede evocar un sentimiento familiar para las comunidades latinas: el atractivo de un liderazgo categórico en un mundo que a menudo se siente caótico, escribe. Ramos conecta este atractivo con figuras históricas como Simón Bolívar, quien expresó la necesidad de gobiernos paternalistas para hacer frente al legado del colonialismo español y de la opresión en América Latina. Algunos latinos ven sus propias experiencias reflejadas en figuras autoritarias, argumenta Ramos, y se sienten atraídos hacia ellas en tiempos turbulentos.

Ramos explica que, “cuando la democracia a tu alrededor comienza a sentirse desordenada e inestable, hay algún tipo de atractivo sutil hacia el gobierno autoritario”. Ramos no se abstiene de hablar del racismo y del colorismo internalizados dentro de la comunidad latina, que tienen sus raíces en el colonialismo español y su sistema de castas. Para muchos latinos, la preferencia histórica por la blancura complica sus identidades y adhesiones políticas, escribe. Ramos asocia este legado a latinos que pueden abrazar sentimientos antiinmigrantes o rechazar la noción de solidaridad con personas afroestadounidenses.

Ramos, exreportera de Vice y MSNBC, comenzó a investigar el tema en 2020, cuando el apoyo de la comunidad latina a Trump aumentó a pesar de haber perdido la elección.

Esta entrevista ha sido editada con fines de claridad y brevedad.


Capital & Main: Usted escribe que el atractivo del trumpismo está conectado al tribalismo, al tradicionalismo y al trauma. ¿Puede explicar esto?

Paola Ramos: Vemos un aumento en los latinos que se están inclinando hacia un abordaje de la inmigración más severo, más estricto y de línea dura. Algunos incluso se han atrevido a decir que algunos latinos están comenzando a aceptar la idea de la deportación masiva. Así que podemos llamar a eso “tribalismo”. Luego, está la forma en que algunos de los movimientos de guerra cultural han resonado realmente entre los latinos, ya sea la narrativa anti-LGBTQ, antitrans o la forma en que los evangélicos latinos se han acercado al trumpismo, particularmente en los últimos cuatro años; podemos llamar a eso el papel del tradicionalismo. Y, luego, siempre está el rol del trauma político, y lo que eso significa para muchos latinos que cargan con el trauma de huir del comunismo. Pero también, más que eso, (está) lo que significa entender realmente la relación tan compleja que algunos latinos tienen con cosas como el gobierno del hombre fuerte y los gobiernos autocráticos, y qué es lo que Trump invoca en esas tres corrientes entre nosotros.

¿Cómo influye el colorismo entre los latinos, en la percepción de la raza y en la alineación política, particularmente en relación a figuras como Trump?

En términos de tribalismo, Trump es capaz de invocar una especie de resquemor racial que muchos latinos llevan consigo. Se puede ver esto en la confianza que él muestra cuando se presenta ante latinos de raza negra en lugares como el Bronx, donde criminaliza movimientos como Black Lives Matter. También expresa esta comodidad entre los latinos cuando criminaliza a los migrantes, especialmente a los haitianos. Este comportamiento puede parecer confuso, pero tiene sentido dentro del contexto de nuestra comunidad. 

Los latinos, como grupo, a menudo lidian con el racismo internalizado. Esto se remonta al colonialismo en América Latina, cuando los españoles establecieron un sistema de castas. Los esclavos estaban en la parte inferior, los pueblos indígenas estaban en el medio y los colonizadores españoles estaban en la parte superior. Este sistema dio origen al concepto de mestizaje, que permite a cada individuo, independientemente de su color de piel, establecer una conexión con la blancura y la herencia española. Esta complicada comprensión de la raza, así como la existencia del colorismo, crean una mentalidad a partir de la cual muchos han sido enseñados a ver la blancura como una raza superior; un legado del colonialismo. 

Estas dinámicas se manifiestan de manera muy compleja en la política estadounidense. En consecuencia, hay latinos que, bajo la condición de ser hispanos, eligen alinearse con la blancura, especialmente en un país con una historia problemática de criminalización de los individuos negros. Esto explica parcialmente las conversaciones que he tenido con latinos de raza negra que apoyan a Trump, que no desean ser vistos de la misma manera que los afroestadounidenses o como individuos negros, así como con latinos que prefieren no ser asociados con la experiencia inmigrante.

¿Cómo cree que las experiencias históricas de los latinos con la inestabilidad política y con el liderazgo autoritario influyen en las percepciones que tienen de figuras como Trump?

Creo que él tiene la capacidad de invocar un pánico moral que resuena en algunos latinos, y apela al concepto de liderazgo autoritario, que también es familiar para muchos en la comunidad. En la política democrática, especialmente en regiones como el sur de Florida, los demócratas han intentado movilizar a los votantes latinos retratando a Donald Trump como un dictador, a veces usando el término “caudillo.” La suposición que subyace a esta estrategia es que ciertos latinos se sentirán incómodos con esa imagen, y se sentirán amenazados ante la idea de que alguien como Trump pueda llevarlos de regreso a traumas de los que están tratando de escapar. Hay mucha verdad en eso, y puede ser eficaz.

Sin embargo, también hay un riesgo en esta representación debido a la relación complicada que algunos latinos tienen con el liderazgo autoritario. Figuras históricas como Simón Bolívar, a quien muchos ven como el libertador de América Latina, destacan este patrón. En 1815, él sugirió que los Estados americanos necesitarían gobiernos paternalistas para curarse de las heridas y la inestabilidad causadas por el despotismo.

Los latinos cargan con muchas heridas relacionadas con la inestabilidad política, la violencia, la violencia de las pandillas, el comunismo y el fascismo. A lo largo del tiempo, las experiencias en América Latina han dado como resultado una tendencia hacia líderes autoritarios. El gobierno de Estados Unidos durante la Guerra Fría incluso reforzó el concepto de liderazgo autoritario, promoviendo juntas militares en nombre de la lucha contra el comunismo.

Comprender esta complejidad arroja luz sobre por qué algunos latinos podrían desarrollar una sutil atracción hacia un gobierno autoritario, especialmente cuando la democracia se siente caótica o inestable, lo que contribuye a una dinámica complicada tanto de atracción como de resistencia hacia dicho liderazgo.

¿Considera que ha sido usted personalmente una desertora?

Por supuesto. Creo que el viaje de estar en este país, especialmente a una edad más joven, siempre me hizo creer que, para tener éxito en este país, para lograrlo, tenía que estar en la habitación con la gente blanca, o que tenía que amoldarme a lo que se parecía a ese tipo de poder. Eso me pasó en la universidad, al principio, cuando llegué a la ciudad de Nueva York por primera vez y me dijeron que entrara en una clase de estudiantes de inglés como segundo idioma, que entrara en la clase de los estudiantes negros y morenos que no habían conseguido entrar en la clase de inglés. Y recuerdo que sentí mucha vergüenza en ese momento. Y hay muchas instancias, como la forma en la que te adaptas a los medios de comunicación dominantes o la forma en la que te ajustas a todas estas estructuras, en las que creo que definitivamente he hecho esa danza de alejarme de ser una latina. Todo porque sabía que me habían enseñado y condicionado a creer que el poder lucía de cierta manera y que podía hacer esa danza si quería.

Al entrevistar a individuos con creencias de extrema derecha, como Enrique Tarrio y Anthony Aguero, ¿encontró que tenía algunas experiencias y sentimientos en común?

Diría que mi impresión, en general, ya sea con Anthony Aguero, Enrique Tarrio o alguna otra figura perteneciente a un grupo de guerra cultural, es la misma. En internet o en ciertas plataformas, parecen mucho más fuertes, sus voces parecen más altas, y emanan confianza. Esto puede ser intimidante, especialmente cuando te adentras en círculos con personas que fundamentalmente niegan tu identidad o sostienen creencias de extrema derecha, como justificar la toma del Capitolio o afirmar que las personas LGBTQ son inferiores.

Sin embargo, me di cuenta rápidamente de que cada uno está en su propio viaje en busca de su pertenencia, algo con lo que todos podemos identificarnos. Para algunos, esta búsqueda lleva al extremismo y los hace sentir empoderados el estar dentro de grupos como los Proud Boys, o en ciertas iglesias o círculos culturales. Lo interesante es que, cuando dejas la política de lado, hay muchas similitudes entre nosotros, como la vergüenza que se experimenta al salir de clóset por primera vez, la sensación de sentirte a gusto en un espacio que refleja tu identidad o el proceso de comprender (la concepto de) la raza durante tu adolescencia.

Usted habló con el científico Brian Nelson sobre el concepto de repulsión. ¿Cómo se relaciona ese concepto de repulsión con las dinámicas del trumpismo?

Brian Nelson escribió un libro entero sobre la ciencia de la repulsión. Sentí que era importante hablar con él porque la repulsión es central en muchos aspectos de lo que estamos presenciando en el trumpismo. Por ejemplo, Trump a menudo evoca repulsión al hablar de los migrantes, haciendo declaraciones que sugieren que tienen comportamientos grotescos, como: “Los migrantes están comiendo mascotas”. 

Tales comentarios están concebidos para provocar una reacción visceral.
La repulsión también se invoca cuando se presentan caracterizaciones específicas de personas transgénero y de la comunidad LGBTQ. Entender la repulsión es crucial porque es una emoción más potente que el miedo o la ira; actúa como fuerza motora detrás de la deshumanización de los demás. Si puedes invocar la repulsión de forma eficaz, puedes alentar a una comunidad a ver a los otros como menos que humanos, lo cual es una estrategia clave en las maniobras políticas.

Esta perspectiva me ayudó a entender cómo algunos republicanos utilizan la repulsión para alimentar la transfobia y los sentimientos antiinmigrantes. Me pareció increíblemente interesante ver cómo la repulsión puede ser central en estas estrategias políticas y, además, cómo puede ser enseñada y cultivada. La forma en la que se utiliza el lenguaje y la manera en la que algo es emulado puede infundir repulsión en los demás.

¿Cómo construir confianza y conectarse con personas que tienen puntos de vista opuestos, especialmente cuando puede existir desconfianza hacia los medios de comunicación?

Es esencial construir suficiente confianza con estas personas para crear el espacio necesario para (mantener) conversaciones significativas. A menudo existe una desconfianza significativa hacia los medios de comunicación, especialmente cuando estás asociada a organizaciones como la NBC o Vice, o ligada incluso a la reputación de mi padre.

El valor de estas historias —y de escribir un libro— es que permite disponer de tiempo suficiente para escuchar. En última instancia, la gente quiere sentirse escuchada y comprendida. Si bien nuestro papel es ciertamente hacer preguntas, es igualmente importante escuchar con curiosidad genuina y buscar comprender a los demás. 

A medida que escribía este libro, ¿hubo alguna narrativa o tema inesperado que haya emergido sobre usted y su comunidad? 

El proceso de escritura ayudó a clarificar muchos pensamientos y sentimientos que había tenido desde la infancia. Por ejemplo, comencé a entender por qué me tomó tanto tiempo salir del clóset con mi familia mexicana y de dónde provenía esa sensación de vergüenza. Reflexioné sobre por qué vivía en una burbuja en Miami, donde creía que ser cubana equivalía a tener la piel clara, y por qué la negritud fue tan a menudo borrada de mi crianza.

Estas tomas de conciencia arrojaron luz sobre cómo ciertos miembros de mi familia internalizaron la paranoia del comunismo y la utilizaron para justificar formas sutiles de racismo y de mentalidad cerrada. Revivir estos momentos de mi vida realmente me abrió los ojos.

Considerando el panorama político actual, ¿cuáles cree que son los factores clave que podrían unir a la próxima generación de latinos? ¿Y cómo viven ellos sus identidades dentro de este contexto?

Al hablar de los desertores, es importante aclarar que todavía estamos hablando de un grupo relativamente pequeño. Trump no va a ganar el voto latino, pero estamos examinando por qué está haciendo pequeños avances. En la derecha, hay un grupo pequeño pero creciente de personas que encuentran algo atractivo en el trumpismo, y gran parte de eso está relacionado con cómo se ven reflejadas estas personas en la cultura estadounidense más amplia, a menudo blanca, más que en la identidad latina tradicional. Por eso, cuando Donald Trump dice “Latino Americans for Trump” (latinoamericanos por Trump), el término “americano” (estadounidense) resuena; habla a los latinos que se sienten completamente americanizados y quieren ser incluidos en esa narrativa.

Por otro lado, hay una historia emocionante y optimista que contar sobre los latinos de hoy, particularmente sobre aquellos que son en su mayoría de tercera generación y bastante jóvenes. Esta generación se caracteriza por un fuerte sentido de independencia, lo que los empodera para desafiar tanto al Partido Demócrata como al Partido Republicano. Estamos presenciando el surgimiento de una generación que está más empoderada para expresar sus identidades, ya sea abrazando su diversidad sexual o conectándose con su herencia afrolatina.

Esta independencia es una evolución positiva, y es preocupante que los políticos la malinterpreten como un alejamiento de sus plataformas. En realidad, esta generación simplemente está afirmando que merece más y mejor representación, lo cual es algo muy bueno.

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